Mi verdadera clienta es la Sra. V., una buena persona con la siempre que tengo oportunidad me gusta conversar de lo divino y lo humano. No obstante la que quedó incrustada en mi alma es su madre, una encantadora viuda luchadora como pocas. Estando de novia su prometido le trajo, en un permiso de la mili, una preciosa tela para hacerse un vestido estampado, con el que consiguió resplandecer en la fiesta mayor del pueblo. Cuando lo tuvo cosido y colgado en la pared con su percha de caña, una noche a escondidas le bajó un poco el escote. De esta forma el día del estreno su madre extrañada le decía ay…hija…que escotado ha quedado este vestido, no parecía que tenía que quedar así.

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